domingo, 28 de junio de 2020

It

Los indios de las grandes llanuras de América del Norte lo llamaban manitú. En el Himalaya se lo conoce como tallus. En Europa del Este, Eylak, donde juran que es el hermano del conde Drácula. Los franceses lo bautizaron loup-garou y los antiguos celtas, glamour. Se trata de una criatura maligna que puede adoptar cualquier forma, incluso de aquello que más temesEn la pequeña ciudad de Derry fue un payaso caníbal, un leproso pervertido, un ave colosal, la momia, el lobizón, sangre en los desagües, unos niños ahogados en la Torre Depósito, una araña monstruosa. Un millón de años atrás llegó a lo que es hoy el estado de Maine, desde un lugar más allá del tiempo y del espacio, y dejó un cráter en la espesura. Puede comer cualquier cosa pero se aficionó, finalmente, a la carne de niños. Adora propiciar matanzas entre los hombres. Cada veintisiete años, manitú sale a almorzar pero tropezó a fines de los años cincuenta con el Club de Los Perdedores, que consiguió pararle los pies, con una voluntad inquebrantable y palabras talismán. En los ochenta, el demonio tramó su venganza.
Bienvenidos a la gran novela estadounidense de terror. Hace treinta y cinco años -cuando tenía problemas con la cocaína y el alcohol- Stephen King escribió It (Eso). El Rey había recibido un adelanto editorial de tres millones de dólares; el sello editorial lo recuperó con creces. El libro envejeció muy bien y ahora Hollywood lo ha transformado en dos películas bastante fieles al original, que en estos tiempos de cuarentena interminable podrá encontrar el lector en el universo streaming. Aquí recomendamos leer el texto primero; así el film se disfruta más y se comprende mejor.
La edición de Emecé de 1987 (traducción de Edith Zillyocupa 957 páginas. Pura narratividad con denuncia social, una profunda exploración del alma y una ambiciosa cosmogoníaLa carpintería es excelente, va y viene en el tiempo, de 1958 a 1985 y viceversa, es decir desde el primer combate al segundo contra Eso y sus esbirros humanos, con los respectivos prolegómenos, más los fragmentos del diario de Mike Hanlon, a guisa de interludio, que le permiten al Rey cumplir dos propósitos: romper una lanza contra el racismo larvado en Nueva Inglaterra (maldita Liga de la Decencia Blanca) y justificar una espléndida hipótesis. Se nos plantea que una ciudad entera puede estar embrujada, como podrían estarlo algunas casasLa hipótesis es verosímil para un argentino. ¿Acaso no tenemos la sospecha de que nuestra Patria está -como la Derry de King- presa de una maldición? ¿Cómo puede ser que tengamos tantos pésimos gobiernos empeñados en aniquilarnos?­

LA PANDILLA­

El arte de la primera frase: 
"El terror, que no terminaría por otros veintiocho años (si acaso terminó alguna vez) comenzó, hasta donde yo sé y puedo decirlo, con un barco hecho de una simple hoja de papel, que flotaba por una alcantarilla henchida por la lluvia''.­
Se ha leído a It en clave metafórica, la trama simbolizaría la lucha de todos los seres humanos para superar las pesadillas infantiles, traumas reales o imaginarios. El Payaso Centavito -como dijimos- extrae de la mente de sus víctimas la forma de sus miedos primordiales (el pánico, verá usted, tiene "el sabor de la aspirina derretida''). La vida, al fin y al cabo, se trataría de "enfrentarse a la cosa escondida en la oscuridad'', sin perder la pureza del corazón de un niño.
Además de una indagación inteligente -y por momentos conmovedora- del misterio de la infancia, It es una novela de personajes. Se demora gozosamente en la presentación de los siete paladines en pantaloncitos cortos: Bill Denbrough, el tartamudo; Richard "Mil Voces" Tozier; el fornido Ben Hanscom; Eddie Kaspbrak, víctima del Síndrome de Munchausen de su madre; Beverly Rogan, maltratada por su padre; Stanley Uris, el pulcro niño judío; y Michael Hanlon, hostigado por el color de su piel. Han formado el Club de los Fracasados. Libran un doble combate a fines de los años cincuenta, contra la criatura sobrenatural de los albañales; y contra una basca de abusones del Colegio Municipal de Derry, capitaneada por Henry Bowles, un chiflado peligroso.­
El Club consigue evitar el terrorífico sacrificio que clausura cada ciclo alimenticio de Eso. Jura, con la solemnidad que tienen los niños a los once años, que si el monstruo aparece alguna vez se volverá a unir la pandilla para concluir su trabajo ("la fuente del poder es la fe''). Por eso, Mike los convoca en 1985. El Rey dedica unas cincuenta páginas al reencuentro; uno de los puntos más altos del libro. Late el ``sordo dolor de la nostalgia''. ¿Caray, quién no se emociona pensando en los amigos de la infancia, esos chicos que nunca volvimos a ver?­
Escribió en la página 615: 
``La energía que uno derrocha siendo niño, se escapa entre los 18 y los 22 años, reemplazada por algo menos brillante, tan falso como la exaltación de la cocaína: decisión, metas, cualquiera de los términos que propone la Cámara de Comercio''.­
A favor del Rey hay que señalar otros dos procedimientos. Primero, la minuciosa reconstrucción histórica, es decir, las costumbres, paisajes, consumos domésticos de los Estados Unidos de Ike Eisenhower. Era otra mundo, estaba naciendo el rock and roll. La madre de Beverly reflexionaba en 1958:  
"Se puede ser pobre, pero por debajo de todo, aún por debajo de las alcantarillas, está el momento en que uno tiene que vivir del gobierno, y comer con el sudor de los otros como limosna...'' (!!!)­
En segundo lugar, así como la prosa de un John Banville deslumbra por sus recursos eruditos, la del Rey se destaca por la retórica plebeya ("más loco que rata de letrina'') que exorna una narrativa torrencial, absolutamente desmesurada que no excluye paladas de truculencias y mal gusto. Más aun. Stephen King es el campeón de lo que nos gustaría llamar metáforas siniestrasque van creando una envolvente atmósfera de terror con la mera descripción de un árbol, el viento o cualquier otro elemento.
En la página 387, el autor desliza un juicio estético, a modo de defensa de lo suyo y como réplica, quizás, a los ilustres críticos que han minimizado su universo literario, caso Harold Bloom:  
"...un relato lleva al siguiente, y a otro, y a otro; tal vez van en la dirección que uno deseaba, pero tal vez no. Quizás, al fin de cuentas, lo que importa es la voz que narra y no la narración en sí...'' ­
Es verdad. Para quien esto escribe, It ha sido una experiencia de lectura fascinante, de esas que magnetizan los dedos, con muchos pasajes de Alta Literatura, potentes escenas como "la apocalíptica pelea a pedradas'', subtemas interesantes como la idiotez de los seminarios de lectura creativa de orientación marxista. Hay que destacar que el conjunto -como ocurre siempre con las grandes novelas- es superior a cada una de las partes.
Una reflexión final acerca de uno de los planteos primordiales que subyace en la vastísima creación de Stephen King. Se nos advierte que "los monstruos son cosa de todos los días''Es decir, tropezamos habitualmente con seres humanos -por las razones que fueran- que son más perversos y dañinos que las criaturas fantásticas que reptan en la oscuridad. Los matones, los sociópatas de colegio secundario, los ultrajadores de mujeres y niños, los homofóbicos, aquellos que odian a un semejante por su raza o por la práctica de una religión diferente a la mayoritaria. Estos son los peores depredadores del universo.­
Guillermo Belcore
Calificación: Excelente
PD: Aquí recomendamos otras obras de Stephen King: 

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