viernes, 14 de mayo de 2021

Ampliación del campo de batalla


 

No debe ser tarea sencilla componer en Francia, la mas literaria de las naciones según estableció Jorge Luis Borges. Hay una tradición, ubérrima, que debe ser respetada, honrada y enriquecida. Ese peso puede aplastar a los mediocres, pero los escritores de fuste la aprovecharán en nombre de la bloomiana Teoría de las Influencias. Es el caso de Michael Houellebecq, acaso el último de los malditos de Europa.

Hoy venimos a recomendar su primera novela Ampliación del campo de batalla (Anagrama, 126 páginas) ,entregada la imprenta en 1994 pero que no ha perdido un gramo de frescura como ariete contra la posmodernidad.

En su début, Houellebecq unía tres elementos formidables de la tradición literaria francesa: el misántropo, la náusea existencial y el literato como pensador de la evolución social. Y lo hace muy bien, sin apelar al pesado andamiaje narrativo o a los oscuros juegos retóricos a los que son afectos algunos de sus compatriotas. La prosa es concreta y clara.

El narrador es un ingeniero informático de 32 años, célibe desde hace un tiempo, qué tiene dificultades para vivir en lo que denomina el campo de la norma. Puede que sea el resultado de un desengaño amoroso. Fumar se ha convertido "en la única parte de verdadera libertad'' en su existencia. Con Alta Filosofía (el principal agrado del libro) manifiesta su hastío ante "el agotamiento vital de nuestra civilización''.

El hombre viaja a ciudades de provincias para adiestrar a funcionarios del Ministerio de Agricultura en el manejo de computadoras, intenta provocar un asesinato, cae en manos de psiquiatras, lo internan en un loquero y, finalmente, encuentra algo de paz en la naturaleza agreste.

Sus puntos de vista -siempre interesantes- son los del jacobino decrépito Houllebecq: detesta a los musulmanes, a los gordos y a los feos; se pronuncia a favor de la prohibición de los despidos y del adulterio; clama contra el consumismo; reivindica a Robespierre. De pronto le resulta indiferente no ser moderno (la frase es de Barthes), o mejor dicho no ser posmoderno.

Las ideas de Houellebecq merecen ser discutidas. Plantea que "ninguna civilización, ninguna época, han sido capaces de desarrollar en los hombres tanta cantidad de amargura como la que circula en el presente''. La actual es una generación sacrificada, porque ha sacrificado el amor como inocencia y como capacidad de ilusión en los altares de la libertad sexual.

He aquí lo más discutible: M.H. parangona el liberalismo económico con la libertad absoluta de costumbres. Sostiene que la ley de mercado (económica o sexual) produce "empobrecimiento absoluto''. Dispara una boutade que explica el titulo: "El liberalismo económico es la aplicación del campo de batalla su extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases sociales''.­

Vaya tipo, este Houellebecq. Moralista a su manera, provocador nato, llega a escribir lo siguiente: "...los psicoanalistas se comportan como verdaderos enemigos de la humanidad... una mujer que cae en manos de un psicoanalista se vuelve inadecuada para cualquier uso...''.­

Esa jocosa e inspiradora mezcla de disparates y denuncias certeras (respecto a las relaciones humanas suele tener la puntería de Guillermo Tell) hacen del francés un narrador indispensable de nuestro tiempo. Es un soplo de aire fresco -por decirlo con una metáfora gastada- entra tanta aburrida corrección política.

Este blog se ha propuesto, pues, agotar la obra de Houellebecq. Aplaudimos la colección Compendium de Anagrama que este año ha llegado a la Argentina. Ampliación del campo de batalla integra un volumen qué también contiene su segunda y tercera novela. Es lo que viene en este laborioso rincón de crítica literaria.­

Guillermo Belcore

Calificación: Muy bueno

Publicado en la edición de hoy del diario La Prensa.

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