domingo, 12 de enero de 2025

La nieta


 Ya que el Cielo no nos ha dado la posibilidad de salvaguardar el mundo (ni siquiera la Patria o el barrio), al menos nos puso al alcance de nuestras fuerzas la posibilidad de poder salvar a una persona. Este es el mensaje primordial de la penultima novela de Bernhard Schlink (Bielefeld, 1942), uno de los escritores idolatrados por la prensa europea.


La nieta (357 páginas) fue entregada a la imprenta en 2021 y ahora el sello Anagrama cree oportuno lanzar una segunda edición. La novela recibió el favor del público y de la crítica diarística que lo cubrió de elogios desmesurados. Nicolás Weill de Le Monde la comparó con Guerra y paz de Tolstoi. ¿Se entiende por qué la prensa tradicional está en crisis, verdad?

Pues bien, qué tenemos aquí. Un formato que le encanta a los alemanes, un bildungsroman (novela de formación) que plantea la clásica antinomia civilización vs. barbarie. Pasajes interesantes no faltan, pero la escritura no es gran cosa y nunca se logra evitar ese feo vicio de la cursilería.


El protagonista es un librero de Berlin, quintaesencia de la respetabilidad burguesa. Kaspar es su nombre. Una noche llega a su casa y se encuentra con su esposa muerta en la bañera. Birgit era alcohólica, con el alma entristecida por alguna razón oscura. Kaspar la había rescatado de Alemania oriental, casi cincuenta años atrás.


Desolado, el viudo hurga en los papeles de Birgit. Busca una novela que supuestamente escribía. En su computadora descubre Kaspar que se esposa le ocultaba información sobre su vida. El secreto más impactante es que en el “paraíso socialista” había abandonado a una hija recién nacida. Y desde hace tiempo, el deseo de encontrarla y ponerse a su disposición la desgarraba. El miedo no se lo permitió.


Kaspar decide buscar a la hija de Brigit. Después de una minuciosa indagación encuentra a Svenja en un comunidad rural de Mecklemburgo-Pomerania occidental. Es una ama de casa amargada, con ideas neonazis, al igual que el bruto de su esposo. Pero tiene una hija luminosa de catorce años. Sigrun conecta de inmediato con Kaspar. Ganar un abuelo la ilusiona.


A cambio de una herencia abultada pero entregada en cuotas, Kaspar consigue que el matrimonio de palurdos acepte que Sigrun pase cinco semanas por año con él en Berlín. A los setenta años, el librero ha encontrado una misión redentora: abrir la mente de la niña, mostrarle la belleza del mundo, acercarla al arte, rescatarla en fin de esa horrible secta de ultraderecha que admira a Rudolf Hess y cree que el Holocausto es una invención creada por los enemigos de Alemania para avergonzarla.


EL BUEN JUEZ


Bernhard Schlink es un ex juez del Tribunal Constitucional de Renania del Norte-Westfalia y catedrático de historia metido a escritor de ficción. Comenzó con novelas policiales y luego dio un gran salto de calidad con El lector que se convirtió en un bestseller global e, incluso, saltó a la pantalla grande. Algunas de sus obras fueron comentadas en este blog (1).


En su decimosexto libro, Schlink confirma que es el pináculo de la corrección política; ha publicado un texto que parece haber sido diseñado para no ofender a nadie ilustrado. Nunca hay que minimizar en la literatura posmoderna el papel del editor.


La trama se describe con indulgencia al comunismo alemán. Lo pinta como un estilo de vida diferente; un punto de vista equivocado aunque comprensible, cuando en realidad se trató de una aberración histórica impuesta a punta de bayoneta por las tropas de Stalin.


Más cercano a la realidad es el fresco de las tribus volkish. La participación de Kaspar de una fiesta pagana en el municipio de Lohmen redondea uno de los puntos altos del libro.


Hay algo también de buena filosofía en las reflexiones del librero acerca de esa controversia ética en torno a si el civilizado todavía debe dominar a lo salvaje.


Cuando observamos en el el siglo XXI adultos incluso educados, adorando a las esvástica y a la runa, reemplazando la Navidad por la festividad de Yule uno no puede dejar de admirar la clarividencia de G.K. Chesterton. quien hace unos noventa años advertía al mundo sobre los peligros de las “herejías raciales del prusianismo”, una especie particular de idolatría que envenenó Alemania desde los tiempos de Federico el Grande. El hitlerismo fue su última expresión en el poder.


"Quiero hacer constar -escribió el pensador ingles- que jamás dije que Alemania fuese una tribu bárbara. Tan sólo he dicho que en Alemania hay una tribu bárbara. Los destinos de ese gran pueblo heterogéneo, y a veces muy estimable, han dependido casi siempre de hasta qué punto se le ha permitido a ese elemento tribal ser punta de lanza o se la ha usado como tal". (2)


Así pues, las tribus bárbaras aparecieron de nuevo en Alemania y en su penúltima novela Schlink quiso advertir al fatigado lector europeo que está emergiendo la vieja antinomia germana de modernidad cosmopolita vs. ideología volkisch; es decir, Alemania integrada en la corriente de civilización europea versus el cruel dictamen nórdico.


Para resumir, este texto desparejo permite una lectura fácil pues carece de densidades estilísticas. Narra una historia atractiva, pero no es una gran novela. Podría decirse, además, que es un libro útil. Usted dirá.

Guillermo Belcore

(1) https://labibliotecadeasterion.blogspot.com/2012/06/mentiras-de-verano.html

(2) https://labibliotecadeasterion.blogspot.com/2015/12/chesterton-y-la-cuestion-alemana.html


Calificación: Regular